Yo soy apego ansioso y mi pareja es evitativa: ¿tenemos futuro?

¿Alguna vez has sentido que tú necesitas más cercanía mientras tu pareja parece alejarse justo cuando más la necesitas? Si es así, puede que estés en una relación donde se cruzan dos estilos de apego diferentes: el ansioso y el evitativo.

¿Qué es el apego ansioso y qué es el evitativo?

Las personas con apego ansioso tienden a buscar constantemente seguridad y cercanía en sus relaciones. Temen ser abandonadas, prescindibles en la relación o no ser lo suficientemente importantes para la otra persona. Por eso, cuando la persona con otro estilo de apego se regula alejándose o pidiendo más autonomía, se activan con intensidad ciertas estrategias para poder evaluar si la relación sigue siendo estable y segura: necesitan hablar, aclarar, resolver… ¡ya!

Por su parte, las personas con apego evitativo suelen haber aprendido que es más seguro no necesitar demasiado del otro. Valoran mucho su autonomía y les cuesta sostener la cercanía emocional del otro. Cuando sienten que se les exige conexión o intimidad de forma recurrente o intensa, su sistema de defensa se activa: necesitan espacio, silencio o tiempo a solas para volver a sentirse seguros. No es que no les importe la relación, es que su manera de protegerse del malestar es alejándose.

¿Qué ocurre cuando estos dos estilos se encuentran?

En muchas relaciones, este cruce de estilos genera lo que llamamos una danza disfuncional:

  • Cuando la persona con apego ansioso siente distancia, se activa.
  • Y cuando la persona evitativa siente que se le exige cercanía, huye buscando autonomía.

Así se entra en un ciclo donde uno persigue y el otro huye, como el ratón y el gato. Uno busca contacto y respuestas inmediatas, y el otro necesita espacio para respirar y aclararse. Ambos acaban frustrados, porque sienten que sus necesidades no están siendo comprendidas ni respetadas.

¿Es una relación condenada al sufrimiento?

No necesariamente. Pero sí requiere mucha consciencia, comunicación y trabajo personal.

Ambos miembros de la pareja deben empezar a identificar cómo se activa su sistema de apego y qué estrategias utilizan cuando se sienten inseguros. No se trata de cambiar al otro, sino de entender desde dónde actúa y cómo poder regular la relación sin que ninguno se sienta amenazado o abandonado.

Algunas claves para transitar este tipo de relación:

  • Nombrar lo que ocurre. Saber que estáis en una dinámica ansioso-evitativa ya es un primer paso muy valioso. Ponerle nombre permite dejar de tomarse las reacciones del otro como algo personal.
  • Hablar desde la emoción, no desde la exigencia. En lugar de decir “nunca estás para mí”, puedes decir “cuando siento que te alejas, me entra miedo de perderte”. Esto ayuda al otro a conectar sin sentirse atacado.
  • Aprender a regularse individualmente. La persona ansiosa puede trabajar en sostener la incertidumbre sin catastrofizar, y la persona evitativa puede intentar no desconectarse por completo ante el conflicto.
  • Iniciar un proceso de terapia. Muchas veces, lo que se activa en estas relaciones es solo la punta del iceberg y hay temas mucho más profundos. El acompañamiento terapéutico puede ayudar a que cada uno entienda su historia de apego y aprenda a vincularse de forma más segura.

¿Y si no mejora?

Si sientes que estás atrapado en una dinámica donde constantemente te desregulas, te desgastas emocionalmente y no hay voluntad de cambio por parte de la otra persona, también es válido plantearse si ese vínculo es realmente sano para ti.

Porque el amor no es suficiente si no hay disposición a construir un espacio donde ambas personas puedan sentirse vistas, escuchadas y seguras.

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Mary Marchante
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